«Después de contemplar a los vecinos colgando la bandera en su balconcito, me encuentro con la nota de prensa que me habla de una campaña identitaria titulada "Tsunami democrático". Me quedo perplejo. Pienso en otros fenómenos debidos a la violencia natural: ciclones, terremotos, explosiones volcánicas, meteoritos, ráfagas de erupciones solares, vendavales, ciclogénesis, etc.
Quizás no hay nada más democrático que una explosión piroclástica. Una explosión piroclástica destruye todo lo que encuentra a su paso. En el caso de que encuentre a personas a su paso, no distinguirá entre turistas o nativos, entre hombres o mujeres, entre ricos o pobres, entre rubios o morenos. Que se lo pregunten a los ciudadanos de Pompeya. Ellos tuvieron una experiencia democrática de tomo y lomo. Los que estaban en la playa de Phuket en diciembre de 2004 vivieron un verdadero tsunami democrático.
En la Edad Media se inventaron el asunto de la Danza de la muerte, una aproximación medieval a la democracia. En Cataluña, siempre pionera en cuestiones democráticas como todo el mundo sabe, se acaba de divulgar algo llamado "Tsunami democrático", de nombre y filiación inciertos, aunque digo yo que se trata de los habituales. Lo democrático de un tsunami es obvio por lo comentado más arriba, lo mismo que la danza de la muerte. "Muerte democrática" podría ser otro buen eslógan, aunque algo más nihilista, algo más oscuro y siniestro, más medieval. En Cataluña hay dos millones de ciudadanos separatistas, me cuentan, y algo hay que hacer con ellos, dicen. No se les puede obviar, dicen. Bueno, también somos más de cinco millones los ciudadanos no-separatistas, diría yo. Algo hay que hacer con esos, con nosotros. Hablar de tsunamis no me parece lo más adecuado, ni lo más inteligente. Ni, desde luego, lo más democrático. Por más democráticos que sean los tsunamis, la arrolladora violencia natural no tiene nada que ver con los valores de la Ilustración». |
Y por otro lado, el segundo invento tiene un perfil contrapuesto al anterior, porque van a pedir que todos acudamos a la Marmotada con un casquito amarillo con el lema Estem construïnt la república catalana ("Estamos construyendo la república catalana"). Por un lado, un destructor tsunami y por el otro, a construir sobre lo destruido por el tsunami.
Como ven ustedes, está culminando el proceso de cretinización, emprendido hace ya siete años. ¿Se puede ser más imbécil? Mientras se quede aquí, vale, pero es que se han dirigido a San Sebastián a iniciar el asunto, mancillando el "Peine de los Vientos", de Chillida y Peña Ganchegui, y eso no nos parece nada bien, porque es un lugar bastante mágico al que este bloguero tiene un gran aprecio. Menos mal que no tenía previsto en su escapada ese destino.
San Sebastián. El "Peine del Viento" (04/09/2019) |
Están estropeando las obras de arte, quieren acabar con todo, aplican la censura, y diciendo "jo vull ser lliure", con la sonrisa en los labios, quieren derribar todo lo que no sea "identitario". Temo, y lo digo muy en serio, un proceso de purga selectiva.
ResponderEliminarAbrazos
Yo también me temo eso último que citas.
EliminarVeo que has vuelto a tu blog, Francesc. Me alegro.
Un abrazo
Todo lo que les molesta acaba arrasado por la turba, no hay más.
ResponderEliminarsalut
Una turba bien adoctrinada, por cierto.
EliminarOstras que antiguos!!en la próxima si la hay igual salen con compresas
ResponderEliminarMuy antiguos, huele a naftalina.
EliminarBuen viaje a gran Uribe y la compañía por tierras de Murcia y Almería. Les seguirá la envidia de esta contertulia. Ya veremos qué despropósitos dejan por aquí estas fechas. A saber..., de una pandilla de fanáticos puede esperarse cualquier cosa. Veremos...
ResponderEliminarGracias. Nos vamos, entre otras cosas, para huir de los despropósitos del fanatismo bien adoctrinado; otro modo de religión, el nacionalismo.
EliminarMe ha encantado no estar por aquí esta diada. Cada vez la cosa es más cutre y los que salen a promocionarla parecen más burros. A posteriori, ya sabemos que la campaña no ha dado un buen resultado. Las voces críticas a las memeces aumentan, a veces en medios de comunicación catalanes, como La Vanguardia. A ver qué pasa. MJ
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