Que G.U. es un gran admirador de
Edward Hopper
y de sus pinturas es un secreto a voces. Aquí lo hemos proclamado en diversas
ocasiones; incluso lo hemos utilizado parodiando momentos de soledad de G.U.
después de una derrota del At. de Bilbao (ha habido varias muy sonadas) o,
recientemente, de Santos Cerdán, tras ser descubierto por la UCO en una trama de
«presunta corrupción» (según la valoración del intrépido "Capitán
Sánchez") con sus
coleguis de la ya mítica «Banda del Peugeot 407».
El colega —que no
colegui—
F.C. escribía lo siguiente, con gran acierto en nuestra modesta opinón: «
Hopper (1882-1967) representa la inmediatez, pero llega tarde a los sitios.
Esta paradoja otorga a sus pinturas el halo misterioso que caracteriza su
obra. Sus figuras parecen suspendidas en el aire. Un aire suspendido es un
movimiento que fue pero que se ha paralizado. La instantánea dejó en el
espacio una señal impresa que el pintor americano interpreta con eficacia».
Hoy sacamos aquí algunas obras suyas en las que hay mujeres que reflejan soledad
en un espacio detenido. Algunas de ellas ¡leen! ¡Qué mejor arma para comatir la
soledad o la angustia vital!
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Edward Hopper, Automat, 1927
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Una mujer sentada, sola frente a una mesa redonda, tomando un café. Si pudiéramos leer sus
pensamientos, éstos nos explicarían lo que sucede en el cuadro. Si la mujer
piensa en ella misma en ese lívido y deslavado contexto no es posible que sea feliz.
Pero, ¡quién lo sabe! Solo Hopper...
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Edward Hopper, Motel en el Oeste, 1957
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A G.U. desde siempre le gustó mucho este cuadro del motel, tan propio del estilo de Edward Hopper, con esa arquitectura siempre limpia, con ese paisaje que no parece real y el hermoso automóvil que se nos deja ver a través de las cortinas abiertas. La mujer posa un tanto rígida, como si estuviera ansiosa por abrir su maleta o, al contrario, por tomarla, cerrar las cortinas y marcharse de allí. ¿Huye de algo? ¿Acaba de llegar? ¿Se va a un lugar más seguro? Solo Hopper lo sabe, de nuevo.
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Edward Hopper, Sol matutino, 1952
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Esta mujer parece haber sido esculpida por la luz. Cuanto más impostadas y
teatrales son estas pinturas, más nos mueven a preguntarnos qué sucederá
después, o qué ha acontecido antes.
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Edward Hopper Habitación de hotel, 1931
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Esta cuadro nos produce una sensación como la del primero,
Automat.
Si la mujer de ese cuadro sostuviera esta carta en vez de aquella taza de café, quizá sería
la misma horas antes o después.
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Edward Hopper, Ventana de hotel, 1957
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Una veterana mujer que mira por el ventanal de la habitación de hotel, con esa columna tan habitual en Hopper. Está elegantemente vestida y parece haber sido captada también en
situación de esperar. Por su postura parece lista para partir, pero también
podría estar preparada para seguir esperando. En cualquier caso, el pintor deja
suspendida a esa señora en un instante cuyo final no podemos imaginar.
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Edward Hopper, Luz de la ciudad, 1954
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Edward Hopper, Coche de asientos, 1965
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En fin, lo que podamos comentar a partir de ahora sería reincidir en aspectos ya
apuntados. Hemos hablado de la luz. Para captarla, uno tiene que salir a pintar
con el caballete, algo que él nunca hizo. Imaginaba la luz que recordaba de las
escenas —fueran reales, soñadas o incluso inventadas— que luego reproduce y eso le da el
carácter evanescente, difuso, irreal a casi todas sus imágenes. Eso sí, unas
mujeres leen, otras teclean un piano, evadidas de sus parejas, y otras miran al
infinito.
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Edward Hopper, Compartimento C, Coche 293, 1938 |
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Edward Hopper, Summertime, 1943 |
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Edward Hopper, Mañana en Cape Cod, 1950
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Una ventana abierta a la bahía. Pero somos incapaces de discernir qué es lo que
mira o si está mirando algo o simplemente dejando pasar la mañana en soledad.
Hopper siempre juega con ambigüedades.
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Edward Hopper, Hotel Lobby
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Edward Hopper, Habitación en Nueva York, 1932
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Hay muchas más obras con mujeres. Si teclean ustedes, como ha hecho G.U,. en el buscador de Google (apartado "Imágenes") «Edward Hopper, Mujeres», no descartamos que se encuentren algo así:
[Le ha ayudado a G.U. en sus modestos comentarios el libro Hopper, de
Mark Strand, Lumen 2023]