El grupo ADLAN (
Amics
De
L'
Art
Nou, "Amigos
DeL Arte Nuevo") fue un movimiento artístico catalán fundado hacia 1930 con la
pretensión de promover el arte de vanguardia. De ese tema hablaba hace unos días
nuestro colega y sin embargo amigo F.C., que ahora está reflexionando durante
una pequeña temporada y, por tanto, no nos leerá. Con la guerra incivil
es va acabar el bròquil, como se dice por aquí, o sea, se acabó el
asunto. Entre otros motivos porque la cosa no estaba para bromas y el Hotel
Colón, donde se reunían (en plaza de Cataluña) aquellos intelectuales y
artistas, fue tomado por los insurrectos, que se acuartelaron allí.
Posteriormente acabó deviniendo sede del PSUC.
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Barcelona, hotel Colón, noviembre de 1936 / [Fotografía: Pérez de Rozas]
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Pues bien, los fundadores de aquel efímero grupo fueron Josep Lluís Sert, Joan
Prats y Joaquim Gomis, que fue su primer presidente. Para más detalles, los
facilitaba en abundancia F.C. en su entrada titulada
Los snobs y ADLAN, complementada por sus comentaristas. A ella les remitimos.
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Portadas del fotolibro Ibiza, Fuerte y Luminosa, de Joaquim Gomis y
Josep Lluis Sert Editorial Polígrafa, colección Fotoscop, 1967
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Este último —Joaquim Gomis— fue, entre otras cosas, un gran fotógrafo. Se
enamoró "perdidamente" de Ibiza, algo que quizá hoy no le hubiera sucedido y la
retrató en diferentes épocas de su vida.
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Joaquim Gomis en la isla de Ibiza
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Fruto de sus viajes a la entonces "isla mágica" fue el fotolibro del que
hablamos hoy.
Ibiza Fuerte y Luminosa fue publicado en 1967, con
fotos antiguas suyas, coordinación de Joan Prats y prólogo de Josep Lluís Sert,
otro enamorado de la isla, donde construyó la urbanización
Pep Simó, que
entonces solo constaba de seis chalets. Uno para él y otro para el propio
Joaquim Gomis (que era hermano del promotor de la "Casa Gomis" en La Ricarda).
Josep Lluís Sert abría su prólogo con estos párrafos:
«Es esta isla pequeña raro ejemplo de medio físico en que la tierra, y el
modelo que la agricultura le impone, edificios, poblaciones, así como los
objetos que los lugareños han venido creando a lo largo de los siglos,
constituyen una entidad completamente armónica. La huella del hombre aparece
por doquier, en los muros de piedra que limitan la propiedad, o forman los
bancales, en las masadas y las iglesias, de modo tal, que todo parece
formado por un mismo espíritu, e integrando una unidad común, expresión de
necesidades humaas básicas y medios limitados.
Hay en Ibiza centenares de miles de muros de piedra que cubren la isla a modo
de tentáculos, mosaicos de piedras sin mortero de unión aunque muchas veces
éste, de costumbre encalado, los remate en su parte superior. Esta red de
líneas blancas, ata a los edificios entre sí y establece un elemento de medida
en la isla entera, desde la plaza pública a la pequeña y lejana alquería.
Tambien la medida del hombre viene expresada por el regular trazado del
plantío en los huertos y el regular espaciamiento de los frutales:
melocotoneros, almendros, olivos y algarrobos. Lo único que queda al azar son
los arbustos, las sabinas y los pinos».
Durante siglos, los lugares más seguros cuando los piratas hacían
incursiones en la isla, fueron las iglesias fortificadas. Iglesias únicas en
su género, que sin ser mucho mayores que los demás edificios, pueden
distinguirse a distancia como puntos de referencia prominentes por sus
campanarios, contrafuertes, y en ocasiones, por sus tejados almenados. [¿La conocen no? Es la iglesia de San Jorge, donde contrajeron nupcias
G.U. y doña Perpetua hace treinta y ocho años].
Pero Gomis no solo retrató esta fortificada iglesia, Quizá la foto más conocida
suya es aquella en la iglesia de San Juan, con esos señores con sus sombreros,
silueteados ante la fachada de la iglesia, probablemente durante el sermón, una
práctica habitual, salir un rato fuera mientras hablaba el cura.
Pero retrató varias más. Las captó casi todas con su cámara. Por ejemplo, por
citar la que más conoce G.U. —y en este blog han salido alguna vez— las de
Cubells, San Josep de sa Talaia, con su reloj de sol (está próxima a La cueva de
Alí Babá, ya saben) y la de Santa Inés.
Y continuaba Sert:
«Son blancas por fuera y por dentro: sus generosos porches que
protegen de la lluvia y sol, constituyen una prolongación de la plaza pública,
y lo vía-crucis se extienden a estas plazas a a los caminos rurales que en
ellas convergen de manera que parecen avanzar al encuentro de las gentes que
se dirigen a las iglesias. Son éstas un buen ejemplo de cómo un edificio puede
adquirir preponderancia sin una monumentalidad que dependa del tamaño o de
otros factores convencionales; son monumentos y símbolos por derecho propio y
sin esfuerzo».
Este medio ambiente de Ibiza posee cualidades que escasean en nuestras
comunidades de hoy pues logra por medios sencillos, un feliz maridaje entre lo
natural y lo debido a la mano del hombre.  |
| Revista A.C. Documentos de Actividad Contemporánea, nº 21 (1936) |
Molinos de viento, norias y los
blancos dinteles de los portales, añaden otros elementos de repetición que
unifican y animan el paisaje, pero la repetición de estos elementos simples,
nada tienen de monótono, sino que por el contrario pone de relieve la
consistencia de su mesura, equilibrio y armonía.
A diferencia de otos lugares en que la evolución ha hecho víctima a su
capital de especulaciones al margen de cualquier norma, Ibiza (hasta muy
recientemente, la única ciudad de la isla) que no se ha malogrado.
Las casas que forman la ciudad alta, el puerto, así como las que asoman a la
orilla del mar, se aprietan unas contra otras y las magníficas murallas
antiguas, único elemento a escala monumental de toda la isla, encierran la
ciudad alta, cuyas casas son de dimensiones semejantes a aquellas otras
desparramadas por los campos, solo que aquí, los pequeños cubos blancos con
sus ventanas y balcones, se empinan unos sobre otros acendiendo hasta lleagar
a la catebral vieja y el castillo que corona el monte.
Y concluía así su prólogo:
Pero vivimos un momento de activo turismo y la isla atrae turistas
(en especial jóvenes) de todos los países. Ello es una bendición pues las
cosas hermosas pertenecen o debieran pertenecer a todos, ser para deleite de
todos; sin embargo, juntocon aquelos que legan a la isla para disfrutar de la
vida, para reunirse con otros, llegan también quienes aspirantan solo a
beneficiarse de modo material de los tiempos cambiantes que si fueran
inteligentes y tuvieran amplitud de miras, independientemente de sus lucros,
comprenderían que lo que tanto atrae, es la personalidad y el carácter de la
isla.
Sólo podrá perpetuarse la armonía y bellaza de Ibiza si el vocabulario de las
formas que le dan carácter, hallan su equivalente contemporáneo. No se trata
de imitar la arquitectura del pasado construyendo incongruentes decorados que
ni se corresponden a nuestros tiempos ni a nuestras necesidades, pues lo que
imprime personalidad a Ibiza, lo que la hace ser como es,es ni más ni menos
una arquitectura nacida de limitaciones y resuelta con gran sencillez de
formas. Asimismo, introducir elementos de arquitectura popular importada de
otras regiones, destruirá la unidad y la armonía que han sabido sobrevivir al
paso de los siglos. Se impone pues una disciplina continuada y constante de
limitacion a formas auténticas si se quiere que Ibiza siga siendo lo que es:
algo único».
Por esa zona, el propio Josep Lluís Sert proyectó algunas casas, que ahora se
confunden con las tradicionales. Como hemos dicho al princpio, también
actuó en las proximidades, en un lugar escarpado llamado Punta Martinet, donde
diseñó en los sesenta una urbanización —
Pep Simó— para seis chalets, el del fotógrafo
Joaquim Gomis (que apenas las fotografió), el suyo propio y el de otros amigos.
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Ibiza, Urbanización Pep Simó (Josep Lluís Sert) en Punta Martinet
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Su planta de distribución es compleja de descifrar, debido a sus desniveles, hay
escalones por todas partes, pero en ellas siempre destaca un gran porche con
vistas al mar y a la ciudad antigua.
G.U, sintiéndolo mucho porque le gusta, hoy en día no viviría allí ni aunque
le regalaran el chalet, por la cantidad de barreras
arquitectónicas que su deteriorado aparato locomotor sería incapaz de superar.
En ese lugar, todo sea dicho, han surgido otras casas a imitación suya y
aquello ha cambiado mucho, como todo lo que hemos mostrado en este breve
reportaje. El turismo acabó con casi todo eso, mal que nos pese... Desapareció
la "isla mágica".
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Ibiza, Punta Martinet, Casa Josep Lluís Sert, plantas de
distribución
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| Joan Miró y Josep Lluís Sert |
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| Josep Lluís Sert se dirige a un aión para abandonar Ibiza / [Fotografía: Joaquim Gomis] |
Pero hablar de la obra de Sert en Ibiza o en otros lugares, avui no toca