martes, 18 de octubre de 2022

Recordando a Vázquez Montalbán (y "El premio")

Tal día como hoy, en 2003, Manuel Vázquez Montalbán fallecía en el aeropuerto de Bangkok, ciudad escenario de su novela Los pájaros de Bangkok, de la que ya hemos hablado aquí alguna vez. Un autor muy prolífico al que siguió G.U. en toda su andadura literaria (no siempre de igual nivel, algo atribuible a lo mucho que escribió) y al que profesaba cierta simpatía. Su columna en la última página de EL PAÍS de los lunes estaba llena lucidez, ingenio e ironía. 

Con este motivo, y al hilo de la concesión en el día de Santa Teresa de un conocido y bien dotado premio literario (un premio que, por cierto, obtuvo nuestro autor en 1979 por Los mares del sur), traemos aquí un breve extracto de su novela El Premio (Ed. Planeta, 1996), quizá no su mejor obra, que está también lleno de la susodicha ironía (y de una cierta dosis de mala baba). La verdad es que el segundo párrafo se las trae...


«A quince metros de su suite estaba la de los jurados y a ella se dirigió Conesal empuñando la llave maestra. Al abrir, los jurados fueron constatados en una fotofija que les describía expertos en llevarse canapés de caviar y salmón marinado a la boca, con una precisión de animales omnívoros de cóctel que les permitía capturar la presa a medio camino entre el sutil vuelo del brazo y el adelantamiento depredador del hocico, sin descomponer el gesto de personajes inteligentes, conscientes de que hemos venido a este mundo a hacer cosas más serias que comer canapés y beber champán Cristal Roederer. [...]

«De uno de los bolsillos interiores de su americana sacó tantos sobres como miembros del jurado y los fue entregando uno a uno, sin atender el gesto de extrañeza con el que todos asumían el pago de sus servicios, del que ya tenían constancia pero que tomaban con dedos ágiles y el cerebro distante: ¿Qué hace usted? No sé si debo. ¡Ah! Pero ¿esto se paga? Algunos llevaban la teatralidad hasta el punto de rechazar el sobre levemente pero si Lázaro hacía el gesto de devolverlo a su lugar de origen lanzaban las manos como garras para apoderarse del estipendio, sin que los ojos testimoniaran avaricia. La avaricia iba por dentro, desde la íntima convicción de que el pagano era un ladrón de guante blanco, con la fortuna cimentada sobre un millón de muertos. 

—Francamente, Lázaro. Nos aturde cobrar por no actuar de jurados. 

—Tomadlo como una situación literaria —contestó Conesal a Bastenier y antes de dejarles con sus canapés y sus copas de champán, les recordó—: Cuando tenga decidido el ganador, seréis los primeros en saberlo. Hemos hablado repetidamente de la especial lógica de este premio. De mi lógica. No creo humillaros. Sabíais a qué jugabais."».


7 comentarios:

  1. Un texto que nunca perderá actualidad, es muy humano.

    Un saludo

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    1. Es que la concesión de los premios, especialmente los literarios pero no sólo éstos, se las trae...

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  2. Leí bastante a Vázquez Montalbán, la mayoría de sus novelas sobre Pepe Carvalho e incluso lo vi en directo en Barcelona en una librería junto a Eduardo Haro Teglén, pero sus posiciones ambiguas y elusivas sobre el nacionalismo catalán y Eta me lo terminaron por hacer poco atractivo. Él era una especie de charnego catalán que era muy bien aceptado por el sistema y no vio críticamente el nacionalismo que estaba viniendo como si no quisiera definirse en este tema. Leerle era siempre decepcionante en una serie de temas. Atacaba el malvado capitalismo, al PP y la derecha pero la de su país ni la tocaba. Su silencio se me hizo indeseable.

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    1. Pues sí, tanto él como prácticamente todos los que militaban en la presunta izquierda, miraron para otro lado o no es parecían mal los nacionalismos, considerándolos casi casi como si fueran movimientos izquierdistas y revolucionarios. Nunca el nacionalismo puede ser de izquierdas, y no lo vieron y siguen sin quererlo ver muchos.

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    2. A propósito o de ese oxímoron ("nacionalismo de izquierdas" o "izquierda nacionalista") y ya que hablamos de Vázquez Montalbán, un fragmento de un artículo de Javier Cercas, publicado en EL PAÍS hace tres años:
      «En esa época siniestra, durante la mayor parte de la cual los antifranquistas de verdad cabían en un autobús (Vázquez Montalbán dixit), cuanto no era franquista era de izquierdas, así que, como los franquistas persiguieron todo nacionalismo que no fuera el español, el nacionalismo catalán o vasco pasó a ser de izquierdas, con lo cual hasta un oligarca como Jordi Pujol pudo ser considerado de izquierdas».

      https://elpais.com/elpais/2019/04/15/eps/1555315420_253711.html

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  3. Con Joselu.
    Cuando se escoróa hacia ETA , lo dejé de leer.
    nació en la calle Botella, junto a Carretas y cerca de la plaza del pedró, o sea distrito V de Barcelona, pero hablaba desde la burguesía de quien vivía en el Paseig de les Aigues, en Vallvidrera, donde tenía una mansión de lujo.
    Dejó de interesarme.

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    1. Te contesto lo mismo que a Joselu.
      Por lo demás, la verdad es que hubo una época, cuando vivía Franco, que a ETA mucha gente hasta la vio con cierta simpatía. Seguro que fue así entonces, pero al parecer cuando murió don Paco, Vázquez Montalbán siguió mirándola igual, no lo recuerdo bien, pero sí tengo muy presente su cierta connivencia con el pujolismo rampante. Pero, aún así, me gustaban sus artículos (no solo los políticos) y sus novelas de Carvalho.

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