martes, 16 de enero de 2018

Esos personajillos ególatras y pendencieros

Llegados a hasta aquí, G.U. cree lo mejor será leer lo que dice Lluís Bosch en su escrito titulado Carlos el legítimo:

«El rey que le dió nombre al carlismo se llamaba Carlos, como su nombre indica. Era Carlos María Isidro de Borbón, autoproclamado Carlos V. Autoproclamado Carlos, "el legítimo". Eso es histórico, es decir, científico. El carlismo fue la expresión del tradicionalismo más recalcitrante, se opuso al liberalismo y de ello resultaron tres guerras sucesivas. Las guerras son siempre cruentas y estúpidas y esta, con sus tres partes repartidas a lo largo del siglo XIX, no podía serlo menos.

Cuentan los historiadores que el carlismo no era un bloque bien definido, sino que parece más bien la suma de varias violencias distintas, unidas débilmente por algunos intereses compartidos y por la conveniencia oportunista, más táctica que ideológica. En Cataluña, el carlismo fue especialmente virulento y se parece a lo que hoy señalaríamos como una guerra de "señores de la guerra", pequeños cabecillas locales, caudillos de pueblo fascinados por la violencia extrema, tipos que son poco más que caricaturas, pero unas caricaturas letales, muy dañinas para la convivencia y, en definitiva, para vida.

Los carlistas se circunscribían a determinadas zonas profundas, rurales, católicas y tradicionalistas, la Cataluña más caciquil, a saber: Berga, Olot, Besalú, Solsona, buena parte de Gerona, Igualada, Ripoll. Las zonas liberales eran la gran urbe (Barcelona) y sus aledaños. ¿Les suena de algo ese mapa? Si, lo han intuído ustedes bien: el mapa del carlismo es, hoy, el mapa del secesionismo. O de Tabarnia, claro, depende del ánimo con el que se mire. Los centros neurálgicos del carlismo, los más rampantes, son los mismos ayer y hoy. ¿Nos encontramos ante una broma macabra de la historia?


Retrato del infante Carlos "el legítimo" (1825)
[Vicente López Portaña / granuribe50]
Llegados hasta aquí, no es nada raro que el representante del secesionismo catalán más beligerante se llame Carlos y se autoproclame "el legítimo", tal como lo hizo su antecesor Carlos María Isidro de Borbón. Parece una broma. Y creo que lo es, pero es una broma trágica, de las que se ríen mostrando los colmillos. Al actual Carlos el legítimo le veo cada día más apegado al léxico bélico, y eso me inquieta (ahora habla de los que antes llamó "presos políticos" como de "rehenes", término de la semántica de la guerra, lo cual es muy preocupante). A uno le da la impresión de que algo debe andar muy mal en este rincón del mundo para que el carlismo resurja de este modo, repitiendo incluso el nombre y el epíteto de su líder. ¿Hemos entrado en un bucle diabólico? ¿Hemos viajado en el tiempo para caer en un círculo patético? [...]

Me temo que cuando Carlos el legítimo (el de nuestros días) habla de "legitimidad", usa el término "legítimo" como eufemismo de "vitalicio", o de "por la Gracia de Dios", porqué ese es su oscuro deseo. Y si no, al tiempo: ese tío siente que alberga a un rey dentro de su cuerpo. El que fue alcalde de pueblo de rebote, y presidentet de pura churra, de republicano no tiene nada: lo que quiere es fundar una dinastía.[...]

Nuestro moderno Carlos el legítimo me huele a literatura para el futuro. Porque Carlos el legítimo tiene un aire de héroe folletinesco y desgarbado, algo muy español, cervantino e incluso buñueliano. ¿Podría ser berlanguiano?. Estoy convencido de que, en un tiempo no muy lejano, este Carlos inspirará a buenos autores y se convertirá en personaje de novelas divertidísimas cuando, dentro de 100 o 200 años este periodo actual se vea en la distancia necesaria para ser tratado con humor, con sarcasmo y con la dulce indulgencia que merece todo lo humano, todo lo de tierno y ridículo que tienen las cosas humanas y esos personajillos ególatras y pendencieros, con sus ocurrencias patrióticas y sus astucias que mueven primero a la perplejidad (o a la indignación) para volver, luego y por fin, a la compasión que se siente por los aventureros irresponsables y los caudillos folloneros».

3 comentarios:

  1. Muy bueno el fragmento elegido, GU. El blog que tantas veces recomiendas de Lluís Bosch es formidable. Me quedo con la curiosa coincidencia de la zona catalana de supremacía carlista en el s.XIX con el reinado de la estelada actual, que cubre todo lo que llamaríamos "la Deep Catalonia". ¿No hemos cambiado nada?
    nvts

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  2. Mandé un recorte de prensa a Lluis. Trata sobre el padre del Sr Puigdemont. Va firmado por la periodista y con fotos que corroboran el trabajo.
    Quedarían parados.
    Un abrazo

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  3. Estupendo el texto de Lluís Bosch, con las afinidades entre la situación actual y la del pasado carlista. Magnífica la descripción de estos personajillos actuales horrorosos especializados en "trillear" y tomar el pelo.
    He buscado y leído el artículo del que habla Tot Barcelona. Sorprendente. MJ

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