viernes, 26 de mayo de 2017

Aburridos pero también un poco acojonados

Comentaba Tot Barcelona —y corroboraban Tapir y G.U.— que estaban cansados y aburridos con la brasa del procés (y con la partida de cenutrios que lo abanderan, o con aquellos espabilados que lo apoyan porque se llenan los bolsillos con él).



[Por cierto, el gran ideólogo de este asunto (por motivos obvios) Pujolone afirma estos días lo siguiente: "Un país así puede sentirse amenazado. Porque lo está. Lo está porque no acepta la propuesta lenta de disolución que se le hace. O que le quieren imponer. Hago un llamamiento a los activos morales de Cataluña, que tiene un buen proyecto para los catalanes y un territorio así no puede renunciar a su proyecto" (sic). Ojo con ese sujeto que habla de 'activos morales', porque tiene muchos adeptos que todavía lo tienen en un altarcillo; G.U. conoce a unos cuantos. Y ojo también, porque bastante pocos catalanes con 'pasta gansa' no tienen una parte en Andorra y en otros paraísos más exóticos, aunque se asegura que lo retornarán gustosos a "casa nostra" cuando culmine el procés de desconexión. El caso es que todo indica que Pujolone sigue moviendo los hilos de este guiñolillo].



Fin del paréntesis. Es cierto: es así, estamos cansados y aburridos, pero en los últimos días se ha sumado un ingrediente que hasta ahora nos era desconocido y que, aunque algunos dicen que está desfasado —podría incluso empeorar, pero si tienen un poco de vergüenza puede que lo maquillen un poco—, nadie ha negado todavía su contenido.

Alfred Bosch anda ahora tristón, ojeroso y alicaído
Estamos llenos de aburrimiento pero también, por qué vamos a negarlo, de un cierto acojono, después de que haya quedado destapado el contenido de la caja fuerte con el secreto mejor guardado de la proclamación de independencia. Lluís Bosch también, y nos lo prueba escribiendo esto que sigue:

«Hace muchos, muchos años, en un país que se llamaba "Cataluña" pero que era distinto de este, un escritor de novelas patrióticas llamado Alfred Bosch publicó una columnita en el períodico "Avui" (un periódico que entonces se titulaba "Avui" a secas y todavía no era "El Punt/Avui") en donde felicitaba a Kosovo por su recién independencia y terminaba con un lacónico: "mire usted por donde, Kosovo se habrá independizado antes que nosaltres" [Bosch explica por qué pone 'nosaltres'].

[...] Hoy Alfred Bosch es un concejal de Barcelona en la oposición, más bien tristón, ojeroso y alicaído porque iba por ahí presentándose como el alcalde inminente de la Ciudad Condal pero el título se lo adjudicó la señora Colau y eso lo encajó mal, lo vivió como una usurpación. Tal como hizo la Ferrusola cuando el PSC se hizo con el gobierno autónomo, y dijo que se sentía como si unos okupas la hubieran echado de su casa.

A día de hoy, no es por casualidad que ningún independentista catalán pone el ejemplo de Kosovo, lo cual es comprensible y a la vez significativo. El olvido de Kosovo en el imaginario secesionista (olvido o elipsis elegante) es casi literario. Y sin embargo, leyendo la prensa de las últimas semanas, uno juraría que el modelo kosovar podría ser el modelo escogido por nuestros amiguetes soberanistas, esa mezcla imposible de momias procedentes de Convergència la difunta, la siempre oscura ERC y las entrañables militantes de la CUP, un trío que tiene algo de Trío Lalalá, un algo de la Trinca y unas pinceladas -por el lado dramático- de "El gran Gatsby", aquel triángulo amoroso que termina en tragedia.[...]

Por todo eso a mi me ha entrado un poco de miedo. Llevo años (unos cinco años) de angustia progresiva por culpa del asunto procesista, pero hasta hace poco me parecía una kermesse de barretina y banderolas (y camisetas de Textiles Forcadell). Pero de repente mi angustia aumenta y me siento intranquilo de veras. Surgen amenazas en boca de tipos que creíamos tiernos abueletes folklóricos, como Lluís Llach, y se filtran proyectos de ley con un deje alemán (de la Alemania de 1930), y hay un presidente regional (un tal Carles el Pil·lós) que amenaza con un golpe de estado, y periodistas que lo aplauden y lo promueven. Y el estado titubea porque está flaco y enfermo, porque el estado está dominado por un partido político podrido (sinónimo de corrupto) y no se atreve a nada, y porque la oposición más o menos de izquierdas permanece, melancólica, en una duda existencial que le impide ver que detrás del nacionalismo solo hay nacionalismo y nada más: ni democracia ni buen rollo de sonrisas ni hostias.

Nos acercamos a Kosovo y a mi me vienen ganas de apearme de ese tren en el próximo apeadero, pero no se como hacerlo ni donde está. Las cosas se ponen feas. Hasta ahora eran tristes, pero ahora ya son feas. Cuando un tren descarrila las víctimas siempre son las mismas: los pobres, los currantes, los de familia de pobre y de currante, los del futuro incierto y nómina con IRPF al día, los que no tienen dineros en Andorra ni en Liechtenstein ni en Panamá. Los que no tenemos, en Andorra, ni el coixinet ni la deixa de l'avi. Somos las futuras víctimas las que deberíamos pedir amparo, ayuda. 

O por lo menos no ayudar más a los señoritos, y confabularnos para descabalgarlos de sus sus silloncitos mullidos en sus palacetes. Antes de que nos descarrilen».


2 comentarios:

  1. Nos gobiernan los últimos de la clase, y aquellos que lo único que quieren es el poder, porque saben que ninguna empresa privada los contratará por su capacidad de laborar.
    Salut

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  2. A mí también me está entrando como una especie de acojone, porque como dice Lluís Bosch el modelo de país, estado, república, o como le quieran llamar a lo que van a hacer de Cataluña, echa para atrás. Además, creo que se van a atrever a todo. No les queda otro remedio. MJ

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